Qué bonito sería no decir nunca adiós.

Aquel amigo de la universidad del que tuvimos que distanciarnos porque era una persona tóxica, ese ex novio que se fue por su lado después de haber vivido tanto juntos… Con la familia también sucede, ese día en que te das cuenta de que por mucho que quieras a tu prima, es una persona que no comparte ninguno de tus valores. Pero también puede pasar con familiares más cercanos. Hermanos que se van por el mal camino, padres que se van sin mirar atrás o madres que te hacen más daño que otra cosa.

Aprendes a dejar ir, a soltar y a seguir avanzando. Aprendes que a menudo la vida no te deja otra opción que elegir entre la distancia o la baja autoestima. Aprendes que hay un dolor mayor que perder a alguien, y es perderte a ti mismo, renunciar a lo que consideras más importante, como puede ser la tranquilidad, la honestidad o la felicidad.

Lo ideal sería no tener que marcar una distancia con esas personas que son importantes para nosotros, superar las diferencias y centrarnos en lo que nos une con las otras personas. Todos tenemos algo en común, muchas cualidades que podemos potenciar para conectar con los otros. Lo que ocurre es que no siempre es posible, porque tienen que querer las dos partes, y porque hay veces en que los valores que tenemos se pisan el uno al otro.

Por ejemplo, si para nosotros es importante la valentía y la honestidad y en cambio para la otra persona es fundamental la discreción y mantener las apariencias, es difícil conciliar posturas, porque uno de los dos tendrá que pasarlo mal, y la cuestión es si estos valores son vitales o se pueden negociar. Cada uno sabe en lo que puede ceder porque no es esencial y aquello que es innegociable.

También ocurre a veces que estar con alguien nos hace daño, y que aunque hayamos intentado mucho tiempo una buena relación sin daños colaterales, al final te das cuenta de que hay luchas que no puedes vencer, y lo que te queda es aceptar, y elegir.

Entonces, decides que tu dignidad no puede venderse por una foto familiar de revista. Porque la vida es corta, incluso para los mileniales, que tenemos la sensación de que todavía nos quedan muchas temporadas en esta serie.

De pronto la vida demuestra que si te detienes a hacer lo que no quieres, por miedo o por sentirte culpable, estás renunciando a hacer lo que quieres, algo que cada vez te queda menos tiempo para poder realizar. Cada minuto cuenta, cada noche de navidad cuenta y cada cumpleaños cuenta. En cada uno de ellos estás celebrando algo que no durará para siempre, la vida. Tú debes elegir qué compañeros quieres que te acompañen en este breve viaje…